En su texto Qué es una concepción del mundo, el autor Sacristán explica que una concepción del mundo son las creencias y los principios, muchas veces inconscientes, que se adquieren en la cultura en que cada uno vive. La parte teórica de la concepción del mundo está relacionada con la parte práctica: las creencias y los principios causan ciertas conductas. Las concepciones del mundo son ideológicas e influidos por la cultura y la sociedad, y por eso no son científicas.
Las concepciones del mundo son bastante inestables y no sistemáticos, no como el conocimiento científico que es sistemático y mucho más estable. Es el conocimiento que hace que cambien las concepciones del mundo. El conocimiento condiciona la concepción del mundo.
El conocimiento científico positivo posibilita previsiones exactas y permite que todos entiendan su formulación del mismo modo, algo que la concepción del mundo no consigue. Pero la concepción del mundo puede explicar asuntos no explicables por la ciencia positiva.
Una concepción del mundo que considera la ciencia como único cuerpo de conocimiento real está en la base de la investigación positiva. Es importante tener en cuenta de que toda investigación científica positiva tiene como inspiradora una concepción del mundo; la ciencia no es libre de ideologías o juicios de valor.
Luego al artículo pasa de hablar sobre la concepción marxista del mundo. La concepción marxista es materialista y dialéctica. En ella no caben factores idealizados. Esta concepción no puede considerar sus elementos explícitos como un sistema de saber superior al positivo. El materialismo es una concepción del mundo, en que queda superada la filosofía.
Lo filosófico no es un sistema superior a la ciencia, sino un nivel del pensamiento científico. La concepción de lo filosófico inspira la investigación y la reflexión sobre sus resultados. No existe un conocimiento por encima del positivo. La concepción marxista del mundo se basa en la idea de Kant de que los fenómenos deben ser explicados por otros fenómenos en el mundo, no por instancias ajenas o superiores al mundo. Este es justo el materialismo: el mundo debe explicarse por sí mismo.
El materialismo es realizado a través de una metodología analítico-reductiva: se reduce analíticamente las formaciones complejas y cualitativamente determinadas a factores menos complejos y más homogéneos cualitativamente. A menudo se limita en lo esencial al manejo de relaciones cuantitativas, obviando conceptos con contenido cualitativo.
Este método es muy exitoso ya que simplifica nociones complejas permitiendo penetrar bien en la realidad a través de posibilitar preguntas muy exactas. Se llega a previsiones exactas que al cumplirse o confirman las hipótesis en que se basan, o las falsan definitivamente. El método también permite la formación de conceptos más adecuados. Estos conceptos generales se llaman leyes. Con lo general se pierde la individualización de los objetos de estudio, pero lo relevante del pensamiento dialéctico es precisamente las totalidades concretas. Como dice Hegel, la verdad es el todo. El universo como totalidad se debe pensar dialécticamente, sobre la base de los resultados de análisis dialécticos.
Las concepciones del mundo son bastante inestables y no sistemáticos, no como el conocimiento científico que es sistemático y mucho más estable. Es el conocimiento que hace que cambien las concepciones del mundo. El conocimiento condiciona la concepción del mundo.
El conocimiento científico positivo posibilita previsiones exactas y permite que todos entiendan su formulación del mismo modo, algo que la concepción del mundo no consigue. Pero la concepción del mundo puede explicar asuntos no explicables por la ciencia positiva.
Una concepción del mundo que considera la ciencia como único cuerpo de conocimiento real está en la base de la investigación positiva. Es importante tener en cuenta de que toda investigación científica positiva tiene como inspiradora una concepción del mundo; la ciencia no es libre de ideologías o juicios de valor.
Luego al artículo pasa de hablar sobre la concepción marxista del mundo. La concepción marxista es materialista y dialéctica. En ella no caben factores idealizados. Esta concepción no puede considerar sus elementos explícitos como un sistema de saber superior al positivo. El materialismo es una concepción del mundo, en que queda superada la filosofía.
Lo filosófico no es un sistema superior a la ciencia, sino un nivel del pensamiento científico. La concepción de lo filosófico inspira la investigación y la reflexión sobre sus resultados. No existe un conocimiento por encima del positivo. La concepción marxista del mundo se basa en la idea de Kant de que los fenómenos deben ser explicados por otros fenómenos en el mundo, no por instancias ajenas o superiores al mundo. Este es justo el materialismo: el mundo debe explicarse por sí mismo.
El materialismo es realizado a través de una metodología analítico-reductiva: se reduce analíticamente las formaciones complejas y cualitativamente determinadas a factores menos complejos y más homogéneos cualitativamente. A menudo se limita en lo esencial al manejo de relaciones cuantitativas, obviando conceptos con contenido cualitativo.
Este método es muy exitoso ya que simplifica nociones complejas permitiendo penetrar bien en la realidad a través de posibilitar preguntas muy exactas. Se llega a previsiones exactas que al cumplirse o confirman las hipótesis en que se basan, o las falsan definitivamente. El método también permite la formación de conceptos más adecuados. Estos conceptos generales se llaman leyes. Con lo general se pierde la individualización de los objetos de estudio, pero lo relevante del pensamiento dialéctico es precisamente las totalidades concretas. Como dice Hegel, la verdad es el todo. El universo como totalidad se debe pensar dialécticamente, sobre la base de los resultados de análisis dialécticos.
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